UNA SINGULAR MASCOTA
Los animales afectivos han acompañado al ser humano durante miles de años. Muchas personas no imaginan sus vidas sin un perrito o un gato al que puedan consagrar una amistad ilimitada. Otros, optan por mascotas verdaderamente singulares. A Manolo, por ejemplo, le une una relación muy especial con Paco, un ganso que posee hace sólo un año, y cada mañana bate sus alas hasta las calles del Condado, uno de los barrios más antiguos y pintorescos de la ciudad de Santa Clara, capital de la provincia cubana Villa Clara.
Paco suele exhibirse majestuoso, ajeno a la multitud que se reúne para contemplarlo. En los últimos tiempos, el ave ha ganado cierta reputación por sus arranques agresivos. Pero no siempre es así. En ocasiones interrumpe sus paseos, cuando avista gente que parece querer entrañablemente. Es el caso de Ramón Gárciga, un vecino que todos los días le ofrece un trozo de pan, y lo acaricia. Gárciga asegura: “Es conmigo como un perrito. Cuando me ve, viene corriendo y no me suelta. A veces creo que podría hasta llevármelo a mi casa.”
Donde la amistad entre Paco y su dueño Manolo se hace más visible es en los paseos al río Ochoa, en las afueras de la ciudad de Santa Clara. Nadador experto, el ave disfruta un buen chapuzón para aliviar el bochorno de estos días ya tórridos de primavera.
Carismático y temperamental, Paco llegó a la vida de Manolo, y a la de este caluroso barrio santaclareño, para alegrarle la vida a la gente, y demostrar que no sólo son mascotas los perros y los gatos. Y aunque el amor es sentimiento que hasta ahora sólo se concedió a los humanos, algunos afirman, al mirar estos ojos azulísimos, que bien reciprocado, mucho cariño filial puede brotar del alma de Paco.
Paco suele exhibirse majestuoso, ajeno a la multitud que se reúne para contemplarlo. En los últimos tiempos, el ave ha ganado cierta reputación por sus arranques agresivos. Pero no siempre es así. En ocasiones interrumpe sus paseos, cuando avista gente que parece querer entrañablemente. Es el caso de Ramón Gárciga, un vecino que todos los días le ofrece un trozo de pan, y lo acaricia. Gárciga asegura: “Es conmigo como un perrito. Cuando me ve, viene corriendo y no me suelta. A veces creo que podría hasta llevármelo a mi casa.”
Donde la amistad entre Paco y su dueño Manolo se hace más visible es en los paseos al río Ochoa, en las afueras de la ciudad de Santa Clara. Nadador experto, el ave disfruta un buen chapuzón para aliviar el bochorno de estos días ya tórridos de primavera.
Carismático y temperamental, Paco llegó a la vida de Manolo, y a la de este caluroso barrio santaclareño, para alegrarle la vida a la gente, y demostrar que no sólo son mascotas los perros y los gatos. Y aunque el amor es sentimiento que hasta ahora sólo se concedió a los humanos, algunos afirman, al mirar estos ojos azulísimos, que bien reciprocado, mucho cariño filial puede brotar del alma de Paco.
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